Washington, La próxima temporada de huracanes en la cuenca Atlántica puede ser extremadamente activa y batir récords históricos, con un 70 % de probabilidades de que haya de tres a siete ciclones fuertes, advirtieron hoy los especialistas. Jane Lubchenco, de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA), dijo que la temporada, que se desarrollará del 1 de junio al 30 de noviembre será de "activa" a "extremadamente activa" en función de tres factores climáticos claves.
Si coincidieran los tres factores, la temporada de huracanes "podría ser la más activa de la que se tiene constancia".
Las tres condiciones que teme el NOAA son un fenómeno de El Niño más débil que otros años y por tanto menos capaz de frenar las tormentas, unas temperaturas de las aguas del océano Atlántico más altas, de hasta 15 grados por encima de la media, y la aceleración del ciclo tropical iniciado en 1995.
La temporada puede contar de 14 a 23 tormentas tropicales de 120 kilómetros por hora o más velocidad, de las que de 8 a 14 podrían convertirse en huracanes.
De esos fenómenos, NOAA pronostica que de 3 a 7 huracanes pueden alcanzar proporciones importantes, hasta categorías 3, 4 ó 5, con vientos de al menos 180 kilómetros por hora.
Estas predicciones cuentan con un 70 por ciento de probabilidad, aunque la posibilidad de una temporada de huracanes "normal" está por encima del 80 por ciento, según indicó Lubchenco.
Los expertos también han examinado cómo esta temporada de huracanes podría afectar al vertido del Golfo de México, sumido en un desastre ecológico después de que una plataforma petrolera de British Petroleum (BP) explotara y se hundiera provocando una fuga de crudo.
Según Lubchenco, el petróleo que permanece en el agua podría llegar a las costas transportado por los fuertes vientos y las tormentas, y podría ser dispersado y mezclado por las aguas en el interior del océano, acelerando el proceso natural de degradación.
Para el NOAA el vertido se convierte en una amenaza "secundaria", puesto que los huracanes y tormentas provocan más contaminación y mayores peligros y daños por los fuertes vientos y lluvias, y la formación de tornados en tierra, aseguró la dirigente.
En concreto, dos escenarios podrían darse y afectar de manera diferente a la mancha de petróleo, uno si las tormentas o huracanes llegan a las costas y otro si solo se desarrollan en el agua.
En el primero de los casos, ya que el vertido es "pequeño" comparado al tamaño típico de un huracán, el impacto anticipado sería "mínimo" sobre las costas, aunque sí que podría ser más contaminante en la fauna y flora costera.
Y si el huracán pasa de largo, los fuertes vientos podrían mezclar el petróleo y podrían acelerar el proceso de degradación, o distribuir el crudo por una gran área, aunque es difícil predecir a donde se dirigiría el combustible, señaló.
En cuanto a los planes de emergencia, este año el Centro Nacional de Huracanes anticipará en doce horas los anuncios de tormentas y huracanes, por lo que los avisos serán 48 horas antes y las alertas, 36 horas antes.
La incertidumbre sobre si la temporada es más activa y extrema se despejará según cómo avance el fenómeno de "La Niña", caracterizado por temperaturas frías del océano en el Pacífico Ecuatorial.
Al contrario, "El Niño" trae inusuales temperaturas altas en esa zona y sus fuertes vientos sirvieron en la temporada de huracanes de 2009 para frenar el desarrollo de tormentas.
Por el momento, las condiciones se mantienen en un estado neutral, pero los expertos apuntan a que los factores son cada vez más favorables al desarrollo de "La Niña".
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