sábado, 14 de junio de 2008

49 AÑOS DESPUES, 14 DE JUNIO





En una forma u otra, los que allí estábamos empezamos a desplegarnos en esa dirección, en medio de un violento intercambio de fuego. A Fellín (Rafael Moore Garrido) lo hirieron estando al lado mío, en un brazo y una pierna, de modo que el pobre quedó completamente inutilizado para retirarse con nosotros. Le puse un torniquete (una venda) en el brazo.

Lo último que dijo fue: “Que se ocupen de mi viuda y de mis hijos (...)”.
La reseña del combatiente Juan Enrique Puigsubirá (Johnny) retrata uno de los encuentros más sangrientos de los expedicionarios del 14 de Junio contra las tropas de la tiranía trujillista, registrada el 30 de junio de 1959, 16 días después de que el grupo guerrillero llegara por Constanza, Maimón y Estero Hondo.
En su “Diario de Campaña”, Puigsubirá describe: “A la hora de empezar la batalla, la mitad de la gente estaba semivestida y sin armas a su alcance, y lo peor, no se había acordado de antemano y puesto en conocimiento de todos, algo tan elemental, como nuestra posición en caso de ataque, con la natural vía de retirada cubierta (…)”.
Se cree que los episodios sobre la experiencia guerrillera recogidos por Puigsubirá fueron interrumpidos a partir del 4 de julio de 1959, por lo que se presume que para esa fecha había sido aniquilado el último foco de resistencia atrincherado en las montañas.La decisión. “Desde aquí era muy difícil combatir el régimen (de Trujillo), porque había un control total de la población. La juventud no tenía ninguna brecha para organizarse”, reflexiona el expedicionario sobreviviente Mayobanex Vargas, 49 años después de aquel gesto de valentía protagonizado por 198 hombres militarmente formados en Cuba.
El invariable propósito era acabar con Trujillo. Para eso, el grupo se entrenó en un campamento guerrillero ubicado en la finca “Mil Cumbres”, de la provincia cubana Pinar del Río.

Los combatientes se organizaron en el Movimiento de Liberación Dominicano, ideado en el exilio.
Había confianza y determinación. Pero los planes de inicio comenzaron a cambiar. Al grupo de guerrilleros que arribó por Maimón y Estero Hondo el 19 de junio, lo estaban esperando.

Fueron atacados por unidades navales y aéreas. Algunos lograron internarse en las montañas, donde pelearon y respondieron los ataques. El poder se impuso. La mayoría fueron apresados o exterminados por las fuerzas trujillistas.
A los que descendieron en Constanza, los aniquilaron poco a poco. “A mi entender, la causa de la sorpresa fue el resultado natural de la falta de organización militar que nos aqueja desde un principio”, escribió en su diario Puigsubirá. Casi todos los expedicionarios capturados fueron torturados en diferentes cárceles del país, como en “La 40” y “El 9”.

Mayobanex, los cubanos Delio Gómez Ochoa y Pablito Mirabal, Poncio Pou Saleta, y otros que mataron posteriormente, pudieron sobrevivir entonces al fuego cruzado en las montañas, y a las vejaciones sufridas en carne viva en manos del dictador.

“Veníamos a una muerte segura”

Mayobanex confiesa que si de algo estaban convencidos los combatientes era que la lucha que pretendían librar era desigual. “Pero había que demostrarle al mundo que nosotros no éramos cobardes, porque a nosotros se nos juzgaba de cobarde en el exilio.

Los que decían eso desconocían la monstruosidad de esa dictadura”, critica el combatiente, hoy consagrado a una vida religiosa en la que dice se siente plenamente satisfecho.

El ex guerrillero de Bonao, donde reside hoy, observa que “en el exilio había muchos dominicanos, que a la hora de la verdad fueron pocos los que aparecieron, porque sabíamos que veníamos a una muerte segura”.

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